Ya
tenemos convocatoria de nuevas elecciones para el 26-J, de modo que las
encuestas electorales siguen de moda. Tanto es así, que durante el
mes de abril se han realizado nada menos que veintiún sondeos electorales para
unas eventuales elecciones generales, un récord absoluto durante un solo mes.
La
abundancia de sondeos me permite, a la hora de realizar la agregación de datos
de acuerdo con la metodología aquí descrita, desechar los más antiguos de cada encuestadora
durante ese mes, con el objeto de reducir en lo posible el sesgo en favor de
aquellas agencias que realizan sondeos electorales con una periodicidad mayor.
De
esa manera, para la agregación de resultados electorales del mes de abril,
trabajaré exclusivamente con las siguientes doce encuestas.
Realizando
la trimedia de esas encuestas, una medida estadística más robusta y fiable que
la media y la mediana, el PP seguiría siendo el partido más votado, con un 29,1%
del voto y un incremento de 0,4 p.p. respecto al 20-D; el PSOE obtendría el
21,3% de los votos, con una reducción de 0,7 p.p. respecto a las elecciones de
diciembre pasado; Podemos lograría el 18,4% de los votos, con una reducción de
2,3 p.p.; Ciudadanos alcanzaría el 15,9% de los votos, con un crecimiento de
dos puntos porcentuales en comparación con los resultados del 20-D; y,
finalmente, IU-UP, aunque no se muestra en el gráfico, alcanzaría el 5,6% de
los votos, con un crecimiento de 1,9 p.p. respecto a las pasadas elecciones.
Sin
embargo, a nadie se le escapa que la probabilidad de una coalición electoral
entre Podemos e IU es muy elevada, de modo que los resultados que más podrían
interesarnos deberían incluir a esa coalición entre las opciones electorales. Desgraciadamente,
apenas dos encuestadoras han realizado sondeos electorales incluyendo esa
posibilidad y, como suele ser habitual, los resultados de ambos sondeos son
dispares. Sin embargo, con solo dos sondeos no es posible realizar de forma fiable
la técnica de agregación de sondeos que propugno, de modo que tendré que
recurrir a otras técnicas para estimar los resultados electorales si, como es
muy probable, se produce esa coalición Podemos-IU.
Naturalmente,
podría simplemente sumar la estimación de votos para ambas fuerzas políticas
por separado, y asumir que esa suma sería la resultante de la coalición, pero
es bien sabido que las coaliciones electorales no suelen resultar en la suma de
los votos de las partes. Pueden obtener más o menos según los electores
reaccionen ante esa coalición, pero normalmente no estrictamente la suma. Esa
coalición podría restar votos entre los votantes ideológicamente menos
vinculados al eje izquierda-derecha y más interesados en el eje partidos nuevos
vs. tradicionales. Es decir, podría restar votos entre los votantes que no se
consideran de izquierdas y que votan a Podemos como elemento renovador en la
política, un aspecto que se perdería al concurrir con un partido “viejo” como
IU, así como entre los votantes de IU que ven en Podemos un partido “populista”
y no institucional. En sentido contrario, esa coalición, que podría convertirse
en primera fuerza de la izquierda, podría catalizar el voto útil de los
votantes de esa ideología, acaparando los votos de esa franja ideológica en
detrimento del PSOE y de partidos nacionalistas de izquierdas.
El
único sondeo que ha preguntado a los electores de cada partido cómo
reaccionarían ante esa coalición es el realizado por Metroscopia entre el 26 y
el 28 de abril. De acuerdo con los datos de esa encuesta, no todos los
potenciales votantes de ambas formaciones ven con buenos ojos la coalición ni
muestran total disposición de votarla si finalmente se materializara. Ello
confirma que no es prudente asumir que sus potenciales apoyos serían el
resultado de una suma aritmética directa del voto estimado para cada uno de
ellos. En este momento, cuando aún se desconoce la fórmula exacta que tendría
la coalición, quienes votarían hoy a Podemos respaldarían esta unión en mayor
medida (90%) que los de IU (60%) y, en el caso de que finalmente se formalizara
la candidatura, la votarían con toda seguridad el 63% y el 53% de sus votantes,
respectivamente. Naturalmente, una vez firmada esa alianza, los dirigentes de
ambas formaciones harán todos los esfuerzos por convencer a los críticos de su
bondad, así que para realizar mis predicciones, asumiré que logran convencer todos
sus potenciales votantes, excepto a aquellos que aseguran con rotundidad que
nunca le otorgarían su voto. Éstos últimos son el 15% de los votantes de IU y el
3% de los de Podemos.
Pero
no todo es negativo como resultado de esa alianza. Nada menos que el 8% de los
votantes del PSOE cambiarían su voto en favor de esa coalición electoral, lo
que supone una cifra nada despreciable de nuevos votantes que, además, se
restarían de un potencial competidor como es el PSOE.
Así
pues, para hacer mis estimaciones de intención de voto si se confirma la
coalición entre Podemos e IU asumiré que, esa alianza ganaría el 8% de los
votos que, de no realizarse, irían a parar el PSOE, mientras perdería el 15% de
los votos que las actuales encuestas adjudican a IU y el 3% de los votos
asignados a Podemos. Dado que no hay datos adicionales acerca de adónde se
dirigirían esos votos “perdidos”, asumiré que irán a parar a la abstención.
Con
esas hipótesis, la abstención se incrementaría en 1,4 puntos porcentuales y, por
ese motivo, se incrementaría el porcentaje de voto válido respecto del total
del resto de fuerzas políticas. Así pues, mis estimaciones de intención de voto
de producirse la coalición electoral sería la siguiente.
La
fila “abril” señala la estimación de voto sin coalición, y la nominada “con
coalición”, la estimación de voto para cada fuerza política de producirse la
coalición electoral entre Podemos e IU.
Respecto
al escenario sin coalición electoral, el gran perjudicado sería el PSOE, que
perdería 1,4 p.p. de voto estimado y pasaría a ser la tercera fuerza política
del país, con un 19,9% de los votos. Ese 8% de sus electores que cambiarían su voto por el de la nueva
coalición causa un gran daño a las expectativas electorales del PSOE, ya
debilitadas desde los resultados del 20-D. Por otro lado, la coalición Podemos-IU
lograría el ansiado sorpasso al PSOE y
se convertiría en la segunda fuerza política de España y la fuerza hegemónica
en votos de la izquierda, con el 24,6% de los votos. El PP se beneficiaría del incremento de la abstención
y avanzaría 0,4 p.p. más que respecto al escenario sin coalición electoral, alcanzando el 29,5% de los votos, y
Ciudadanos alcanzaría el 16,1% de estimación de votos.
Siguiendo
con esa hipótesis, es importante conocer cuál sería su impacto en el posible
reparto de escaños. Hay que tener en cuenta que el sistema electoral español
“castiga” la disgregación del voto entre distintas fuerzas políticas y premia
su concentración en pocos partidos. La existencia de numerosas
circunscripciones provinciales donde se reparten pocos escaños hace que con
porcentajes de votos inferiores al 15-20% de los votos sea imposible obtener
escaño en casi una tercera parte de las provincias españolas, lo que beneficia
la concentración del voto y a los partidos mayoritarios.
Si
las diferencias porcentuales de voto entre el 20D y el momento actual se
reprodujeran en cada una de las circunscripciones provinciales (lo que
evidentemente no será así, pero sirve para aproximar un posible reparto de
escaños), el nuevo reparto de escaños sería el siguiente.
Como se observa, Podemos-IU y Ciudadanos serían los grandes beneficiados de la celebración de nuevas elecciones. Así, la coalición Podemos-IU ganaría de ocho a catorce escaños (de 79 a 85) en comparación con los 71 de los que dispone en la actualidad (69 de Podemos y 2 de IU). Igualmente, Ciudadanos subiría de siete a doce escaños (entre 47 y 52), respecto a los actuales 40. El PP perdería de dos a seis escaños (de 117 a 121) respecto a los 123 actuales. Y finalmente, el gran perjudicado de esa coalición sería el PSOE, que perdería de 15 a 18 diputados (obtendría de 72 a 75) si se compara con los 90 de los que dispone actualmente. Los escenarios centrales (los más probables) auguran recorrido al alza para Podemos-IU (81 escaños en el escenario central), y a la baja para el PSOE (75 escaños en el escenario central y tres escaños retenidos “por los pelos”). El PP (119 escaños en el escenario central), y Ciudadanos (49 escaños) se sitúan en el medio de su rango de variación.
Como se observa, Podemos-IU y Ciudadanos serían los grandes beneficiados de la celebración de nuevas elecciones. Así, la coalición Podemos-IU ganaría de ocho a catorce escaños (de 79 a 85) en comparación con los 71 de los que dispone en la actualidad (69 de Podemos y 2 de IU). Igualmente, Ciudadanos subiría de siete a doce escaños (entre 47 y 52), respecto a los actuales 40. El PP perdería de dos a seis escaños (de 117 a 121) respecto a los 123 actuales. Y finalmente, el gran perjudicado de esa coalición sería el PSOE, que perdería de 15 a 18 diputados (obtendría de 72 a 75) si se compara con los 90 de los que dispone actualmente. Los escenarios centrales (los más probables) auguran recorrido al alza para Podemos-IU (81 escaños en el escenario central), y a la baja para el PSOE (75 escaños en el escenario central y tres escaños retenidos “por los pelos”). El PP (119 escaños en el escenario central), y Ciudadanos (49 escaños) se sitúan en el medio de su rango de variación.
Esta
estimación de escaños tiene en cuenta que, debido a los cambios poblacionales
provinciales, en las próximas elecciones del 26-J la provincia de León perderá
un diputado, que le corresponderá a la provincia de Valencia.
Con
estos datos, el acuerdo PP-Ciudadanos estaría más cerca que actualmente de la mayoría absoluta de
los escaños (en 176 escaños), al sumar unos 168 escaños en el escenario central y 173 en el más optimista, cuando
actualmente suma 163, así que requeriría situarse en la banda más alta de sus resultados y lograr el apoyo del PNV (5-6) y CC (1) para lograr la investidura. Sin embargo, las coaliciones por
la izquierda (PSOE-Podemos-IU) estarían aún más lejos que ahora del Gobierno, al sumar 156 diputados en el escenario central, cuando
actualmente logran 161 escaños, lo que los alejaría de esa posibilidad.
Así pues, aunque la coalición electoral entre Podemos e IU logra el sorpasso en la izquierda (supera en votos al PSOE y lo iguala en escaños), no obtiene su segundo objetivo, como es poner “a tiro” el Gobierno del Estado para su líder, Pablo Iglesias. Ello se debe a ese 15% de los votantes de IU y ese 3% de los de Podemos que no ven con buenos ojos esa coalición y que engrosarían la abstención. Del éxito o el fracaso de los dirigentes de Podemos e IU en convencer a esos votantes de las bondades de esa confluencia dependerá el éxito o el fracaso en su “asalto a los cielos”. La campaña electoral se presenta apasionante y decisiva.
Así pues, aunque la coalición electoral entre Podemos e IU logra el sorpasso en la izquierda (supera en votos al PSOE y lo iguala en escaños), no obtiene su segundo objetivo, como es poner “a tiro” el Gobierno del Estado para su líder, Pablo Iglesias. Ello se debe a ese 15% de los votantes de IU y ese 3% de los de Podemos que no ven con buenos ojos esa coalición y que engrosarían la abstención. Del éxito o el fracaso de los dirigentes de Podemos e IU en convencer a esos votantes de las bondades de esa confluencia dependerá el éxito o el fracaso en su “asalto a los cielos”. La campaña electoral se presenta apasionante y decisiva.