¿Qué es un político profesional? Intuitivamente, los
ciudadanos entienden por tal a aquella persona que vive de la política y que se
ha dedicado a labrarse una carrera profesional como tal. ¿Cómo puede saberse si
la política en España se ha profesionalizado? Algunos indicadores son más
fiables que otros para determinarlo. La falta de experiencia profesional previa
ajena a la política es un signo claro de profesionalización, pero complementar
las funciones políticas con otras ajenas a ella indica justo lo contrario. Con
estos dos indicadores, experiencia profesional previa ajena a la política, y
exclusividad de la dedicación política, podemos al menos hacernos una idea del
grado de profesionalización de la política en España.
La web epolitic.org[1], en un encomiable esfuerzo de transparencia hacia el ciudadano, lleva unos pocos años recopilando la información existente sobre los currículum vitae (CV) de nuestros representantes políticos, cuyos datos publica en Internet. De ellos se extrae que entre un 25% y un 29% de los candidatos de los partidos tradicionales (PSOE, PP e IU) en el puesto número uno de la lista electoral en las elecciones municipales y autonómicas de 2015 carecía de experiencia profesional ajena a la política[2]. Si asumimos que es probable que la cualificación profesional en puestos más lejanos de la cabecera de la lista y en municipios de menor población sea menor, parece claro que existe un buen número de políticos profesionales en las listas electorales de nuestros municipios y parlamentos autonómicos. Igualmente, analizando en la misma web el CV de los diputados elegidos el 20D[3], 64 de los 350 diputados del Congreso (un 18,3% del total) no explican actividad profesional alguna al margen de la política. Son personas jóvenes (41 años de media frente al resto, que tiene 49) que, muy probablemente, terminaron los estudios y pasaron al ruedo político en algún puesto que les condujo después al Parlamento. Estos diputados jóvenes que no han trabajado con anterioridad han entrado en una vía de profesionalización política de la que les resultará difícil salir y que intentarán prolongar, con las consecuencias negativas que esta situación acarrea para los partidos y las instituciones.
[2] ePolitic.org. ePolitic.org recopila y publica los CV de 420 candidatos a las elecciones del 24-M. ePolitic.org, 2016.
[3] ePolitic.org, Informe Congreso XI Legislatura: Análisis de los CV de los diputados electos en la XIª legislatura del Congreso de los Diputados. ePolitic.org, 2016.
[4] CIS. Élites políticas en España 2009-2011. CIS, 2011
[5] JAIME CASTILLO, Antonio M. y MARTÍNEZ COUSINOU, Gloria. Grupos parlamentarios y contexto institucional. CIS, 2016.
[6] GONZÁLEZ, Felipe. Quien sólo sirva ser diputado, es probable que tampoco sirva para eso. El Mundo, 2011.
[7] Son, por ejemplo, los casos de magistrado del Tribunal Constitucional y de Fiscal General del Estado, a los que se les exige quince años de ejercicio efectivo de su profesión, además de “reconocido prestigio”.
[8] Incluido el personal eventual – los conocidos “asesores” – a sueldo de las administraciones públicas como personal de confianza.
La web epolitic.org[1], en un encomiable esfuerzo de transparencia hacia el ciudadano, lleva unos pocos años recopilando la información existente sobre los currículum vitae (CV) de nuestros representantes políticos, cuyos datos publica en Internet. De ellos se extrae que entre un 25% y un 29% de los candidatos de los partidos tradicionales (PSOE, PP e IU) en el puesto número uno de la lista electoral en las elecciones municipales y autonómicas de 2015 carecía de experiencia profesional ajena a la política[2]. Si asumimos que es probable que la cualificación profesional en puestos más lejanos de la cabecera de la lista y en municipios de menor población sea menor, parece claro que existe un buen número de políticos profesionales en las listas electorales de nuestros municipios y parlamentos autonómicos. Igualmente, analizando en la misma web el CV de los diputados elegidos el 20D[3], 64 de los 350 diputados del Congreso (un 18,3% del total) no explican actividad profesional alguna al margen de la política. Son personas jóvenes (41 años de media frente al resto, que tiene 49) que, muy probablemente, terminaron los estudios y pasaron al ruedo político en algún puesto que les condujo después al Parlamento. Estos diputados jóvenes que no han trabajado con anterioridad han entrado en una vía de profesionalización política de la que les resultará difícil salir y que intentarán prolongar, con las consecuencias negativas que esta situación acarrea para los partidos y las instituciones.
Por lo que respecta a la dedicación parcial o total a la carrera política, entre los
parlamentarios nacionales y autonómicos[4] la pauta dominante es la
dedicación exclusiva. Solo el 20% compagina su actividad parlamentaria con
otra, que suele ser casi siempre una actividad docente o profesional del
derecho. La dedicación exclusiva no solo indica profesionalización, sino que la
fomenta, dado que tras años de alejamiento profesional de su anterior
actividad, es más difícil volver a ella. De hecho, un tercio de los
parlamentarios encuestados ven en la necesidad de reciclarse su mayor problema
para volver a su profesión de origen.
Por todo lo visto, los partidos políticos españoles parecen
incurrir con cada vez con mayor frecuencia en la profesionalización política.
Los grupos dirigentes que controlan los partidos han establecido un mecanismo
de selección adversa de las élites partidistas en virtud de la cual, lejos de
seleccionar a los mejor preparados en términos de capacidad política y
profesional, optan por favorecer el nombramiento o la elección de quienes
presentan peores condiciones de experiencia o formación, de tal modo que no puedan
convertirse en sus competidores y arrebatarles el poder. Desde el momento en el
que los funcionarios de partidos se hacen con un cargo público, pasan a estar
dominados por una preocupación fundamental y casi única: su carrera política.
Se trata de un mecanismo que se retroalimenta, pues cuantos más sean los
dirigentes que vivan de la política sin alternativa profesional fuera de ella,
más tenderán a practicar la referida selección adversa, lo que generará a su
vez políticos dependientes por completo.
No puede entonces extrañar que los partidos políticos
españoles sean hoy vistos más como instrumentos de iniciación en la carrera
política, que como herramientas para canalizar la representación de los
ciudadanos. Pero si cualquier actividad requiere de profesionales de calidad no
es menor la exigencia de ella en el seno de la política. Si bien no pueden
establecerse criterios estrictos de formación, pues ello podría discriminar y
atentar contra los criterios de igualdad en el acceso a las tareas
representativas a capas enteras de la población que no han podido acceder a una
formación elevada, en cambio sí que es posible establecer requisitos de
experiencia profesional al margen de la política, independientemente de cuál
haya sido ésta, ya que no resulta discriminatorio con ninguna capa social.
Felipe González señalaba que “uno tiene que saber entrar y salir de la
responsabilidad institucional y política sin que se le acabe el horizonte. Quien
solo sirva para ser diputado, es probable que tampoco sirva para eso”[6].
Así, considero exigible la exigencia de una experiencia laboral (contrastable a
través de la vida laboral del candidato) de, como mínimo, cuatro años de
experiencia profesional no vinculada al partido o a un cargo público, para
poder presentarse como candidato a representante político. Ese prerrequisito
obligaría a que los candidatos hubieran desarrollado una actividad profesional
de una duración mínima antes de incorporarse a un cargo representativo,
descartando al menos así a los que acceden a ella porque no son capaces de
encontrar otro trabajo y que, por lo tanto, serían incapaces de abandonarla en
un momento dado. Si la política se entiende como una vocación de servicio a la
sociedad, de aportarle los conocimientos adquiridos tanto en la etapa formativa
y en la profesional, entonces a la política se debería ir aprendido, no a
cometer los inevitables errores propios del aprendizaje, errores que pagaríamos
los contribuyentes. Numerosos países incluyen requisitos de edad para el acceso
a cargos públicos, desde 25 a 40 años según los casos, asumiendo que la edad
vendrá acompañada de la experiencia, pero en España numerosas personas en ese
rango de edad dedicadas a la política no han trabajado en ninguna otra
actividad, de modo que no se produciría la imprescindible selección. Por otro
lado, para algunos cargos en instituciones del Estado se exige experiencia
profesional acreditada[7].
¿Valdría cualquier experiencia profesional para acreditar
los requisitos para convertirse en cargo electo? Habría que excluir la
experiencia profesional como cargo electo; o en aquellos cargos designados por
cargos electos[8];
los cargos orgánicos en partidos políticos, sus fundaciones o empresas
participadas; así como los cargos directivos en organismos, empresas o
entidades con mayoría de capital público. En general, se trataría de los cargos
de confianza relacionados o designados por cargos políticos. Naturalmente,
siempre cabe la posibilidad de que se produzcan contrataciones laborales
fraudulentas por nepotismo en empresas públicas, que eludirían estas
excepciones, pero tampoco sería razonable excluir a todos los trabajadores de
las empresas públicas, la mayoría de los cuales han sido contratados y trabajan
de forma “normal”. En cualquier caso, se reduciría considerablemente el número
de personas que podrían acreditar esta experiencia profesional de forma
indebida.
Extracto del libro "Voto útil: cómo elegir a nuestros políticos".
[1] ePolitic.org es una
plataforma española pionera que recopila y difunde los CV de los políticos
españoles con el objetivo de aportar mayor conocimiento a la sociedad sobre la
identidad, formación y trayectoria profesional de los representantes políticos.Extracto del libro "Voto útil: cómo elegir a nuestros políticos".
[2] ePolitic.org. ePolitic.org recopila y publica los CV de 420 candidatos a las elecciones del 24-M. ePolitic.org, 2016.
[3] ePolitic.org, Informe Congreso XI Legislatura: Análisis de los CV de los diputados electos en la XIª legislatura del Congreso de los Diputados. ePolitic.org, 2016.
[4] CIS. Élites políticas en España 2009-2011. CIS, 2011
[5] JAIME CASTILLO, Antonio M. y MARTÍNEZ COUSINOU, Gloria. Grupos parlamentarios y contexto institucional. CIS, 2016.
[6] GONZÁLEZ, Felipe. Quien sólo sirva ser diputado, es probable que tampoco sirva para eso. El Mundo, 2011.
[7] Son, por ejemplo, los casos de magistrado del Tribunal Constitucional y de Fiscal General del Estado, a los que se les exige quince años de ejercicio efectivo de su profesión, además de “reconocido prestigio”.
[8] Incluido el personal eventual – los conocidos “asesores” – a sueldo de las administraciones públicas como personal de confianza.