lunes, 23 de mayo de 2016

Los peores candidatos (y II) – El veredicto

Hace unos días me preguntaba en esta entrada cómo es que Trump y Clinton iban a ser los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos, si eran los peor valorados. En esa entrada expliqué los defectos del voto por mayoría simple que inducía a no elegir a los candidatos que realmente preferían los votantes. En esta entrada explicaré por qué en realidad los candidatos deberían ser otros: Kasich y Sanders.

Para ello utilizaré los datos del sondeo realizado por Pew Research Center durante el mes de marzo. En esa encuesta se pidió la opinión a los votantes sobre la siguiente pregunta respecto de los cinco candidatos que en esa fecha permanecían en liza:
Si X se convirtiese en Presidente, ¿piensa que sería un presidente estupendo, bueno, regular, malo o espantoso?
La traducción es mía, aunque algunos términos pueden traducirse por otros significados.
La forma de realizar la encuesta nos permite conocer más sobre las preferencias de los electores que si se hubiera preguntado simplemente a quién votaría, como sucede con el método de mayoría simple. Existen otros métodos de votación que, utilizando estos datos, determinan la voluntad de los electores de una forma más fidedigna. En esta entrada me centraré en tres de ellos: el método de juicio mayoritario, el de voto por puntos y, por último, el método de voto aprobatorio. Como verán todos coincidirán en que los candidatos que deberían disputar la presidencia americana serían Kasich y Sanders. Cualquier método de votación razonable llegaría a la misma conclusión. Pero es que el sistema de voto por mayoría simple no es razonable, pese a que esté ampliamente difundido por el mundo.
Empecemos por el resultado (en porcentajes) de los datos del sondeo mencionado. Nótese que un mismo votante evalúa a todos y cada uno de los candidatos, y que puede incluir a varios candidatos dentro de la misma categoría, a diferencia de lo que ocurre en el voto simple por mayoría que se utiliza habitualmente.
Como se observa, apenas entre un 5% y un 11% considera a un candidato “estupendo” para el cargo de Presidente. En el bando republicano Trump es el candidato con un mayor porcentaje de votantes que lo considera “estupendo” para el cargo (10%), mientras que Cruz (7%) y Kasich (5%) lo siguen respectivamente con un 30% y un 50% menos de votos en esta categoría. Curiosamente (o no tanto), si se considera exclusivamente esta columna de valoración, los datos coinciden grosso modo con los resultados de las primarias republicanas, realizadas por el sistema de mayoría simple. Trump las lidera con comodidad (y los otros dos candidatos lo seguían en ese orden) hasta el punto que los otros dos candidatos se retiraron en mayo de la pugna por la candidatura republicana. En el bando demócrata sucede algo parecido. Clinton lidera a su rival, Sanders, entre los seguidores más convencidos (los que los consideran “estupendos”), pero con una diferencia más ajustada, 11% vs 10%. Según parece, en unas primarias abiertas, como las americanas, en las que todos los ciudadanos pueden votar, suelen hacerlo en un número mucho mayor los votantes más entusiasmados o acérrimos, de modo que el resultado depende en mayor medida de los votantes más fanatizados y emocionados con sus respectivos líderes, y no del ciudadano normal y corriente, por lo general más escéptico con los políticos. Este es un aspecto a considerar cuando en España se propugna que los partidos elijan a sus candidatos en primarias abiertas. El candidato elegido no suele ser el de mayor consenso, sino el que más entusiasmo despierta en una franca minoría de los votantes, que son los que acuden a votar mientras el resto se abstiene de hacerlo.
De los datos se concluye que existe un gran número de votantes americanos que piensan que tanto Trump como Clinton serían unos presidentes espantosos: un 44% en el caso de Trump y un 30% en el caso de Clinton, lo que multiplica por tres y cuatro, respectivamente, el porcentaje de los que los consideran estupendos. Como se observa, preguntar únicamente por el candidato predilecto (como hace el método de votación por mayoría) obvia mucha información relevante sobre las preferencias de los votantes. Los candidatos más apoyados de ambos partidos son, con mucho, los más detestados.
Con todos estos datos, el método de juicio mayoritario obtiene el ganador y el orden de los candidatos de la siguiente forma: para obtener la valoración general del electorado, y comenzando por la columna “estupendo” y pasando por el resto hacia la derecha se van sumando los porcentajes de apoyo de los electores hasta que la suma acumulada supera la mayoría (el 50%). Esa categoría será la valoración que la mayoría del electorado concede a ese candidato (marcada en verde en la tabla).
Así, por ejemplo, un 5% de los electores de Kasich piensa que es estupendo, un 33% (5%+28%) piensa que es bueno o mejor, y la mayoría, un 72% (39%+33%), piensa que es un candidato regular o mejor. La evaluación general es que Kasich sería un presidente “regular”. Este resultado será el mismo si se mide desde el otro extremo de la tabla. Así, un 9% no lo conoce, un 16% (9%+7%) piensa que es espantoso o peor, un 29% (13%+16%) lo avalúa como malo o peor, y la mayoría, un 78%, piensa que es regular o peor. Se trata de la mediana de la valoración de los electores, el valor que simultáneamente una mayoría considera mínimo y máximo para Kasich.
De forma similar, Sanders, Cruz y Clinton son valorados como candidatos regulares por una mayoría de los electores, mientras que Trump es valorado por la mayoría como un candidato malo. Así pues, Trump es el candidato peor valorado y, por lo tanto, el último en la escala de los electores. Para determinar el orden entre los distintos candidatos valorados como regulares, lo que se hace es sustraer el porcentaje de electores que los evalúan por debajo de “regular”, del porcentaje que los evalúan por encima de “regular”. Así, de nuevo con Kasich, restamos el 29% de los electores que lo valoran por debajo de “regular” del 33% de los electores que lo valoran por encima de “regular”. El resultado es una diferencia de +4%.
Con el resultado de esa sustracción para todos los candidatos se ordenan de mayor a menor los distintos candidatos y ya tenemos ganador y orden de candidatos. El resultado se muestra en la siguiente tabla.


Kasich es el candidato mejor valorado de todos (Regular +4%), y Sanders el candidato demócrata más valorado (Regular -3%). Clinton (Regular -14%) y Trump (Malo -9%) son los candidatos peor evaluados. Así pues, en este caso, cuando se permite a los votantes expresar sus evaluaciones de todos los candidatos a través de una escala de posibilidades lo suficientemente expresiva, los resultados se dan la vuelta respecto a los obtenidos por el método de votación por mayoría.
La ventaja de este método es que no solo ordena los candidatos de mayor a menor, sino que también les otorga una evaluación general que, en este caso, no es muy alta: cuatro candidatos son considerados simplemente “regulares” y uno (Trump) “malo”. Ninguno es bueno o estupendo. Parece que su calidad es bastante discutible. Naturalmente, la legitimidad que logra un futuro presidente no será la misma si lo hace siendo evaluado como un candidato “regular” que si se considera uno “estupendo”.
Este sería el resultado en lo que respecta al método de juicio mayoritario, pero ¿qué sucede con los otros dos métodos mencionados? El método de puntos lo que hace es asignar un número de puntos a cada evaluación y calcular la media de cada candidato, ordenándolos de mayor a menor.
Así, si “estupendo” vale 4 puntos, “bueno”=3, “regular”=2, “malo”=1, y “espantoso” y “no lo conoce”= 0, el resultado sería 1ºKasich=2.12, 2ºSanders=1.89, 3ºCruz=1.80, 4ªClinton=1.68, 5ºTrump=1.31. ¡Sería exactamente el mismo! Esto no tiene por qué suceder siempre, pero la bibliografía sobre los métodos de votación ha concluido que, exceptuando en las elecciones más disputadas, en la mayor parte de las ocasiones cualquiera de los métodos que he mencionado (y algunos más) llegarán a la misma conclusión al menos en los candidatos más relevantes. El voto por mayoría simple y el de segunda vuelta, constituyen una excepción a esta regla, ya que sus resultados se diferencian de los demás más habitualmente, como sucede en este caso.
El método de voto aprobatorio es aún más sencillo que los dos anteriores. Cada elector puede aprobar o rechazar a uno, varios o todos los candidatos, pero solo existen esas dos opciones: aprobar o rechazar, y no es posible expresar la intensidad del apoyo o rechazo. En esta encuesta no se ha preguntado específicamente por el apoyo o rechazo, pero, aunque el comportamiento de los electores no es exactamente el mismo ante preguntas distintas, es posible de alguna manera estimarlo del resultado de la encuesta.
Así, si su hubiera preguntando, ¿cuál/es de los siguientes candidatos considera que sería un buen presidente para Estados Unidos?

Acumulando los votos iguales o mejores que “bueno” para cada candidato, el resultado sería: 1º Sanders (36%), 2º Kasich (33%), 3º Clinton (33%), 4º Cruz (29%) y 5º Trump (26%). Los candidatos favoritos serían los dos mismos, aunque variando su orden. Primero, Sanders y luego Kasich. Sin embargo, se observa que ninguno de los candidatos obtiene un aprobado mayoritarios, lo que de alguna forma deslegitima su mandato.
Pero, si en su lugar se hubiese preguntado, ¿cuál/es de los siguientes candidatos considera que sería un presidente regular/aceptable para Estados Unidos?
Acumulando los votos iguales o mejores que “regular” para cada candidato, el resultado sería: 1º Kasich (72%), 2º Sanders (62%), 3º Cruz (60%), 4ª Clinton (53%) y 5º Trump (38%). El mismo resultado que con los métodos de juicio mayoritario y por puntos, y ahora todos los candidatos (excepto Trump) obtienen un aprobado mayoritario.
El método de voto aprobatorio es el más sencillo de los tres propuestos, pero ya ven que su resultado depende de la pregunta que se formule.
A efectos prácticos, cualquiera de estos métodos sería infinitamente mejor que el sistema de votación por mayoría simple, que limita a los votantes a expresar su apoyo a uno y solo uno de los candidatos, pero no les permite expresar su opinión sobre el resto de candidatos, ni expresar intensidades de preferencias en favor o en contra de los distintos candidatos. No debería ser lo mismo apoyar a un candidato de forma renuente (ninguno te gusta realmente), que con entusiasmo (es estupendo), ni apoyar a un solo candidato que en realidad te parece más o menos igual de bueno que otro, que tampoco te importaría que resultara elegido. Ya ven que no da lo mismo un método que otro.