Cuando
ya parece claro que el próximo 26 de junio se celebrarán nuevas elecciones, es
importante determinar si el resultado de las mismas será un escenario parecido
al actual, donde exceptuando la gran coalición PP-PSOE se precisan tres
partidos para alcanzar una mayoría de gobierno, o si los cambios en la estimación
de voto cambiarán sustancialmente el panorama electoral.
Las
encuestadoras son conscientes de su importancia política en esta etapa de
incertidumbre, y por ello se están realizando más sondeos que en ningún otro
momento que se recuerde en ausencia de una convocatoria electoral. Así, a lo
largo del mes de abril se han realizado ya nada menos que diez encuestas sobre
la estimación de voto en unas eventuales elecciones nacionales, lo que constituye
un número más que suficiente para calcular mi propia estimación de voto, de
acuerdo con la metodología de agregación de encuestas aquí descrita.
Según
estas estimaciones, de celebrarse nuevas elecciones en este momento el PP
volvería a ser el partido más votado, con un 29,2% del voto; seguido del PSOE,
con el 21,3%; de Podemos, con el 18,9%; y de Ciudadanos con el 15,6%. Aunque el
gráfico no lo muestra, IU obtendría el 5,3% de los votos, y el resto de partidos
el 9,7%.
Respecto
al mes de marzo el PP experimenta un claro incremento en la estimación de voto
(+0,9 p.p.) y Podemos recupera algo del voto perdido durante los dos meses
anteriores y crece 0,4 p.p. en estimación de voto. PSOE (-0,5 p.p.) y
Ciudadanos (-0,4 p.p.), por el contrario, pierden apoyos electorales.
El
impacto de estas oscilaciones en la intención de voto no es menor en el posible
resultado final. Pese a que un buen número de politicólogos no hacen más que
insistir en que, de celebrarse nuevas elecciones, el resultado sería el mismo,
dado que nuestro sistema electoral perjudica la dispersión del voto, las
pequeñas variaciones en intención de voto serían más que suficientes para
romper el relativo empate técnico actual.
Si
esas diferencias porcentuales de voto entre el 20D y el momento actual se
reprodujeran en cada una de las circunscripciones provinciales (lo que evidentemente
no será así, pero sirve para pronosticar un posible reparto de escaños), el
nuevo reparto de escaños sería el siguiente.
Con
estos datos, un acuerdo PP-Ciudadanos estaría cerca de la mayoría absoluta de
los escaños, ya que Ciudadanos perdió casi una decena de escaños por un escaso
porcentaje de votos, que ahora ganaría, en perjuicio de Podemos. La suma PP-Ciudadanos
ascendería a 171-175 diputados, muy cerca de la mayoría absoluta del Congreso
(176), con lo que el apoyo de PNV (6) permitiría formar gobierno. Por el
contrario, las coaliciones por la izquierda (PSOE-Podemos-IU) serían
virtualmente imposibles, al sumar apenas 147-152 diputados. Así pues, el
ascenso de Ciudadanos y la caída de Podemos resolverían el actual empate entre
los bloques…siempre que la intención de voto no variase en el proceso.
La
gran incógnita de la próxima convocatoria electoral es la posible coalición
entre Podemos e IU-UP, que permitiría a Podemos sumar los más de 900.000 votos
a IU-UP que se “pierden” en la mayoría de las circunscripciones provinciales.
Si esa posible coalición cambiaría o no mucho el reparto de escaños será objeto
de una entrada específica.