Los
españoles somos los europeos menos previsores con nuestra jubilación. Sólo el
37% dedicamos recursos a prepararla, frente al 56% de media de los países
europeos. Tiene cierto sentido pues, hasta ahora, los jubilados españoles han
recibido en torno al 80% de su salario en activo en forma de pensión, cuando la
media en los países desarrollados es solo del 42%. Pero esto va a cambiar.
Las reformas del sistema público de pensiones realizadas desde 2010 reducirán las futuras pensiones un 30% de media, y es probable que en un poco tiempo se endurezca aún más, de modo que el futuro será menos generoso que el presente con la cuantía de la pensión que corresponderá a cada persona. Así que los cincuentones españoles deberían esperar que su pensión futura rondase el 60% de su salario en activo, porcentaje que se reduciría al 50% del salario para los cuarentones, y al 40% para los treintañeros. Esto obliga a las personas previsoras a imponerse una disciplina y comenzar a ahorrar durante su vida laboral para garantizarse un nivel de vida aceptable durante la merecida jubilación. Pero si debemos ahorrar durante nuestra vida laboral para complementar nuestra reducida futura pensión pública, las preguntas que uno debe hacerse son: ¿Cuándo comenzar a ahorrar? ¿Cuánta renta actual debemos dedicar al ahorro? ¿Y en qué productos debemos ahorrar?
La
respuesta a la primera pregunta es la más sencilla. Debemos comenzar a ahorrar
desde que cobremos nuestro primer sueldo. Ya se que tendemos a vivir el presente
como si el futuro no fuese a alcanzarnos nunca, pero cuanto antes comencemos a
ahorrar, menos renta habrá que dedicar a esta tarea y más recursos recibiremos
cuando nos jubilemos. Así, dedicando la misma cantidad al ahorro durante el
doble de tiempo acabaremos recibiendo el triple cuando nos jubilemos. Compensa.
La
segunda pregunta (¿Cuánto ahorrar?) está relacionada con cuándo hayamos
comenzado a hacerlo. Un ciudadano medio que comience a ahorrar a los 30 años
debería guardar alrededor de un 10% de su renta disponible para mantener su
nivel de vida tras la jubilación. Si comenzase a ahorrar a los 40 años tendría
que reservar cerca de un 15% y si comenzase a los 50 años, un 30% de su renta
disponible. Estos datos dejan claro que el impacto sobre la economía individual
es mucho más fácil de sobrellevar cuanto antes se comience a ahorrar.
¿En
qué productos debemos ahorrar para nuestra jubilación? Actualmente destinamos
el 80% de nuestro ahorro al pago de la
vivienda habitual, pero considerar la
adquisición de una vivienda habitual como una buena inversión es una mala
idea, hay muchas inversiones más rentables y muchísimo más líquidas si la coyuntura viene mal dada. Es preferible vivir de alquiler y obligarnos a ahorrar lo que hubiésemos
destinado al pago de la hipoteca. Invirtiendo ese ahorro en el producto más
seguro, la deuda pública, obtendríamos un 25% más de rentabilidad a largo
plazo, e invertido en renta variable más del doble que invirtiendo en ladrillo.
Además, ¿Quién renuncia voluntariamente a vivir en su propia casa para venderla
y convertir el ahorro acumulado en la vivienda en dinero líquido con el que
sobrellevar la vejez?
El
producto estrella para la jubilación parece ser el plan de pensiones, que te
permite diferir el pago de impuestos por las cantidades invertidas hasta que lo
recuperes una vez jubilado, pero aunque es cierto que las aportaciones a planes
de pensiones son deducibles fiscalmente, al jubilarse se deben declaran al
fisco y generalmente presentan unas comisiones de gestión elevadas y una
gestión inadecuada. De hecho, el estudio “Rentabilidad de los Fondos
de Pensiones en España 2002-2012”, de Pablo Fernández, concluye que mientras la
rentabilidad media anual en los 10 últimos años de la bolsa española fue del 7,9%
y la de los bonos del Estado a 10 años del 4,3%, solo 2 de los 573 fondos de
pensiones españoles con una antigüedad de 10 años superaron la rentabilidad de
la bolsa, y solo 32 fondos la rentabilidad de los bonos del Estado a 10 años.
Existen
otra serie de productos específicos para la jubilación, así como no específicos
como fondos de inversión, pero en general sus gestores acaban invirtiendo nuestro
dinero en renta variable (acciones) o renta fija (deuda del Estado o de
empresas) y, otra vez, con no muy buenos resultados. En 2006, Nitzsche,
Cuthbertson y O'Sullivan recopilaron la bibliografía existente sobre la
rentabilidad de los fondos de inversión en USA e Inglaterra, y concluyeron que:
1) menos de un 5% de los fondos de inversión en renta variable tienen una
rentabilidad superior a los índices bursátiles; 2) los fondos que proporcionan
poca rentabilidad a sus partícipes proporcionan poca rentabilidad de forma
persistente; 3) las comisiones, los gastos y la rotación de la cartera tienen
mucha influencia en la rentabilidad de los fondos; y 4) no parece que la
gestión activa mejore la rentabilidad de los fondos.
En
conclusión, si no eres un inversor avezado, invierte la parte del ahorro
destinado a renta variable en fondos cotizados ETF que replican los índices
bursátiles (IBEX35, Eurostock, DAX, S&P, etc.) y de todos ellos en el que
tenga menores comisiones. Lo harás mejor que el 95% de los expertos gestores.
Y, dado que es muy difícil intentar adelantarse a los índices vendiendo cuanto esté caro y
comprando barato, en lugar de hacer grandes desembolsos en un momento concreto,
realiza pequeñas aportaciones periódicamente. Así compensarás entre los buenos
y malos momentos para comprar. En cuanto a la parte del ahorro destinado a renta
fija, compra Bonos del Estado a 10 años. Lo puedes hacer sin comisiones en el
Banco de España o por Internet.
¿Y
cuál debe entonces ser la composición de nuestro ahorro entre renta fija y
variable? Para personas entre 30 y 40 años, todos los ahorros destinados a la
jubilación deberían dirigirse hacia productos con mayor riesgo y rentabilidad
como la renta variable. A largo plazo, invirtiendo en fondos ligados a índices el
riesgo se reduce y la rentabilidad casi se dobla. Entre los 40 y los 50 años
debemos comenzar a destinar una parte creciente pero aún minoritaria de nuestro
ahorro a la renta fija, más segura pero con menor rentabilidad. Entre un 5% y
un 15% del ahorro (creciente con la edad) sería adecuado. Entre los 50 y los 60
años el porcentaje de renta fija debería seguir creciendo hasta alcanzar el 50%
de nuestro ahorro a los 60 años. Al jubilarse habrá que ir reduciendo
paulatinamente nuestras inversiones en fondos para disfrutar de lo ahorrado,
pero tampoco conviene hacerlo de golpe, pues aún podemos esperar disfrutar de
la vida durante unos 20 años más de media, y mientras tanto lo ahorrado debe
seguir rentando. Y no nos juguemos todos nuestros ahorros en un solo producto
por muy fantástico que nos parezca. La seguridad total no existe.
Incluso
ahora el 60% de los jubilados dice arrepentirse de no haber ahorrado más
durante su vida laboral. Y la pensión futura va a ser menor. Habrá que pensar
en cómo asegurar nuestra jubilación.