El Tribunal de Cuentas acaba de publicar el informe actualizado sobre el coste para los contribuyentes del rescate de las entidades financieras. Hasta la fecha ese coste asciende a 60.718 millones de euros.
Ha pasado ya suficiente tiempo desde el comienzo del rescate financiero, allá por 2009 con la nacionalización de la Caja de Castilla-La Mancha (CCM) por el gobierno de Zapatero, para poder extraer algunas conclusiones sobre su pertinencia y eficacia.
De la tabla adjunta puede concluirse que tanto el Gobierno de Zapatero como el Rajoy fueron igualmente nacionalizadores, tanto en lo que hace referencia al número de entidades rescatadas como al importe del dinero público dedicado. El tipo de entidad financiera rescatada fue principalmente el de las cajas de ahorro, ya que apenas el 12% del dinero público se destinó a bancos, y ello siendo puristas, pues el Banco de Valencia, el principal banco rescatado, pertenecía a una caja de ahorros como BFA/BANKIA. Lo destaco porque de cuando en cuando algunos políticos vuelven a proponer la creación de una banca pública para salir de la crisis y ese experimento ya fracasó y no hace tanto. Las cajas de ahorros fueron nuestra banca pública y, con una sola excepción (La Caixa), los políticos y agentes sociales la quebraron por su nefasta gestión. Nada indica que en el futuro no volvería a suceder lo mismo, caso de recrear una nueva banca pública.
Otro aspecto reseñable es que, pese a que la peor fama se lo lleva el rescate de Bankia, al menos hasta el momento el rescate más caro ha resultado ser el de Catalunya Bank. Finalmente, hay que reseñar que no todas las intervenciones en el sector financiero han resultado ruinosas: al menos en tres casos (Liberbank, Caja3 y Banca Cívica), el rescate ha resultado incluso rentable y se han obtenido más recursos que los destinados a la nacionalización de las entidades.
En cuanto a su pertinencia, me he permitido sombrear el verde y rojo aquellos rescates que el tiempo ha demostrado justificados o no, respectivamente. Lamentablemente, las intervenciones en verde son minoritarias. En general son aquellas que no han costado nada o apenas nada al erario público, con una sola excepción: el rescate de Bankia. Se que no es una opinión popular, pero creo firmemente que el enorme tamaño del conglomerado BFA/Bankia, con más de 200.000 millones de activos, siete millones y medio de depositantes y un buen número de participaciones importantes en empresas estratégicas para el país, hacía imprescindible su rescate, ya que "dejarla caer" hubiera ocasionado un perjuicio económico muy superior al coste de su rescate. Solo hay que pensar en esos 7,5 millones de españoles que no hubieran podido acceder a sus depósitos durante algunos años y, probablemente, entonces solo a un máximo de 100.000 euros por depositante. Bankia era una entidad que podía por sí misma hundir al conjunto del sistema financiero y eso no se soluciona ni en décadas.
El resto de los rescates se realiza a entidades con un tamaño muy inferior y un ámbito de actuación limitado a una o unas pocas regiones. Por esos motivos, su rescate es injustificable. Más aún cuando se ha acabado destinando al rescate porcentajes superiores o cercanos al 10% de los activos. En esos casos hubiera sido preferible una quiebra ordenada de esas entidades, abonando a sus depositantes (muy reducidos en comparación con los 7,5 millones de Bankia, una sexta parte del total de españoles) el máximo legal establecido y, eso sí, reclamando daños y perjuicios a sus gestores. Con esas medidas, el coste del rescate financiero ascendería a menos de la tercera parte del que, por ahora, nos ha costado.