"Si todos los economistas se pusieran uno al lado del otro, no llegarían a una conclusión", dijo Bernard Shaw. A los economistas a menudo se nos achaca que no somos capaces de ponernos de acuerdo entre nosotros mismos. En ocasiones, damos consejos contradictorios a los responsables de formular la política económica o a la sociedad en general.
Por lo general esto ocurre porque en economía no suelen haber verdades absolutas. La inflación, el empleo, el crecimiento, los impuestos, serán buenos o malos según su cuantía, su variación, su distribución y múltiples factores más. La percepción de los problemas económicos también puede resultar diferente para unos economistas y otros, e incluso diagnosticar cuál es el origen de un problema suele originar discrepancias, ya que son los múltiples síntomas de la enfermedad los que son visibles, pero no la enfermedad que los causa. Así que las discrepancias entre economistas resultan casi inevitables. Sin embargo, habitualmente se exagera el grado de discrepancia. Puedo nombrar al menos al menos 5 propuestas* en las que los economistas estamos de acuerdo de forma abrumadoramente mayoritaria. Son las siguientes:
- Establecer un precio máximo de alquiler de una vivienda reduce la cantidad de viviendas disponibles y su calidad (93% de acuerdo entre los economistas).
- Los aranceles y trabas a la importación de productos reducen el bienestar económico general (93%).
- La política fiscal (reducción de impuestos o aumento del gasto público) produce un efecto estimulante en una economía que no se encuentre en el nivel de pleno empleo (90%).
- El objetivo de que el presupuesto del Estado esté equilibrado debe plantearse a lo largo del ciclo económico y no año a año (85%).
- Un gran déficit presupuestario público afecta negativamente a la economía (83%).
Leyéndolas uno se pregunta por qué numerosos agentes sociales y políticos siguen pidiendo límites a los precios de alquiler, al comercio internacional, al presupuesto equilibrado a lo largo del ciclo, a la política fiscal expansiva en las recesiones y al control del déficit público. Está claro que de lo que no somos capaces es de comunicar a la sociedad nuestro grado de acuerdo sobre estas propuestas.
*ALSTON, Richard M., Is There Consensus among Economists in the 1990s?, American Economic Review, 1992.