miércoles, 1 de junio de 2016

26J: Disyuntiva diabólica

Tras el 26J todas las cartas estarán en manos del PSOE, que se enfrentará a una disyuntiva diabólica: prestar su apoyo para hacer Presidente a Pablo Iglesias con el apoyo o la abstención de los separatistas, o permitir al PP formar gobierno con su abstención.
 

Inicio con éste una serie de artículos sobre las próximas elecciones del 26J. Nos acercamos a la fecha de celebración de las nuevas elecciones y los sondeos electorales recobran interés para todos. Utilizando la técnica de agregación de sondeos aquí descrita, presento a continuación mis estimaciones de voto y escaños para las cuatro principales fuerzas políticas. Con el fin de intentar afinar más las estimaciones de voto y escaños, para la agregación de sondeos tendré en cuenta únicamente las encuestas realizadas durante los últimos quince días, en lugar del último mes, y únicamente las más recientes de cada encuestadora, con el objeto de reducir en lo posible el sesgo en favor de aquellas agencias que realizan sondeos electorales con una periodicidad mayor. Igualmente introduciré una corrección en la estimación de voto para el resto de partidos, regionales en su mayor parte, cuya estimación de voto no puede estimarse de forma estadísticamente fidedigna con sondeos nacionales de 800-1000 entrevistas*.
 
Con estos ajustes, mi estimación actual de voto es que el PP seguiría siendo el partido más votado, con un 29,6% del voto y un incremento de 0,9 p.p. respecto al 20D y de la estimación de mayo. Unidos Podemos (UP) pasaría a ser la segunda fuerza más votada, con el 23,8% de los votos, y 0,6 puntos porcentuales menos que la suma de los votos obtenidos por Podemos e Izquierda Unida el 20D, aunque 0,1 p.p. más que en mayo. El PSOE obtendría el 20,5% de los votos, con una reducción de 1,5 p.p. respecto a las elecciones de diciembre pasado y de 0,5 p.p. respecto al mes de mayo. Ciudadanos alcanzaría el 14,9% de los votos, con un crecimiento de un punto porcentual en comparación con los resultados del 20D, pero una disminución de 0,8 p.p. respecto al mes de mayo. Y, finalmente, el resto de partidos obtendría el 11,1% de los votos, 0,1 p.p. más que el 20D.
 
Si las diferencias porcentuales de voto entre el 20D y el momento actual se reprodujeran en cada una de las circunscripciones provinciales (lo que evidentemente no será así, pero sirve para aproximar un posible reparto de escaños), el nuevo reparto de escaños sería el siguiente.
 
 
En el escenario central, pese al incremento de su porcentaje de votos, el PP perdería tres escaños, pasando de 123 a 120, debido a que su ventaja respecto al segundo partido se reduce de los 6,7 p.p. con los que superó al PSOE el 20D ,a los 5,2 p.p. que obtendría respecto a UP de celebrarse hoy las elecciones, lo que le lleva a perder algunos de los últimos escaños obtenidos en las elecciones del pasado diciembre. El intervalo de escaños que se de la tabla muestra los escaños que se reparten con un margen del +/- 3% de los votos para cada fuerza política. Como se observa, el PP puede perder cuatro escaños o ganar tres como consecuencia de un ligero incremento o disminución en su número de votos (0,9 p.p. por encima o por debajo del porcentaje estimado). Así, de quedarse en el 28,7% de las pasadas elecciones su número de escaños se reduciría a 116, y de lograr un 30,5% de los votos, ascendería a 123.
 
Unidad Popular sería el segundo partido político de España también en escaños (87), consumando el sorpasso al PSOE incluso si sus resultados se inclinaran levemente a la baja, con un mínimo de 82 escaños a día de hoy, aunque muchos de sus potenciales escaños están en el aire, y tiene más que perder que ganar con pequeñas variaciones en su voto.
 
El PSOE pasaría a ser la tercera fuerza política de España por primera vez desde la reinstauración de la democracia, sumaría 80 escaños en el mejor de los casos, y lo colocaría en una crisis sin precedentes y en la difícil tesitura de tener que apoyar para gobernar nuestro país a un partido de izquierdas que no sería él o a su rival más enconado, el PP.
 
Finalmente Ciudadanos (C’s) mantendría sus diputados actuales (40) en el escenario central, pese a que es el partido que, a día de hoy, incrementa su voto en un mayor porcentaje y número. Así pues, cada escaño le “costaría” aún más que hoy y sería el principal perjudicado por la desproporcionalidad de nuestro sistema electoral, ya que con ese porcentaje de votos le corresponderían 52 escaños en un sistema estrictamente proporcional.
 
UP y PSOE sumarían 165 escaños en el escenario central, cuatro más que en la actualidad, pero seguirían necesitando el apoyo por activa o por pasiva de los partidos políticos separatistas. Esa coalición tendría además dificultades para incrementar el número de sus escaños con un pequeño incremento (3%) en sus votos de cualquiera de las dos fuerzas, ya que se arrebatarían escaños mutuamente. La abstención de Ciudadanos, sin embargo, posibilitaría un gobierno UP-PSOE, pero C’s ya ha rechazado sin ambages la posibilidad de permitir un gobierno de Podemos por activa o por pasiva.
 
PP y C’s sumarían apenas 160 escaños en el escenario central, tres menos que el 20D, y se alejarían aún más de la mayoría absoluta, que sería prácticamente inalcanzable. Una pequeña mejoría en el número de votos de cualquiera de ellas mejoraría su suma, ya que los nuevos escaños se los arrebatarían a UP o PSOE, pero en cualquier caso seguirían demasiado lejos de la mayoría absoluta para formar gobierno únicamente con sus votos y los del nacionalismo moderado. La abstención del PSOE sí que permitiría un gobierno del PP apoyado por C’s, pero lo mismo ocurría en la pasada legislatura y nunca se produjo.
 
PP y PSOE, con 198 escaños, superarían la mayoría absoluta, igual que un tripartito UP-PSOE-C’s (205 escaños).  
 
Así pues, con las estimaciones de voto actuales nos encaminamos a una situación de bloqueo similar a la de la breve legislatura pasada. La coalición Podemos-IU, pese a perder votos, igual que el PSOE, mejora sustancialmente sus resultados en escaños, evitando que el incremento de votos de PP y Ciudadanos se transforme en una mayoría de escaños suficiente para formar gobierno y que, incluso, pierdan representantes pese a incrementar su apoyo popular.
 
La campaña electoral se presenta apasionante, pero debe generar cambios sustanciales en el voto hacia los partidos políticos para resultar decisiva, pues pequeñas variaciones hacia uno u otro poco cambiarán las cosas. Sin embargo, la campaña del 20D provocó movimientos importantes de voto entre las distintas fuerzas políticas, y numerosos ciudadanos decidieron su voto durante la última semana, así que no tendría nada de extraño que en esta sucediera algo parecido.
 
De no suceder así y producirse el escenario descrito en este artículo, el PSOE se enfrentaría a una disyuntiva diabólica que probablemente acabaría con el partido cualquiera que fuese su decisión: prestar su apoyo para hacer Presidente a Pablo Iglesias con el apoyo o la abstención de los separatistas, o permitir al PP formar gobierno con su abstención. Eso o forzar unas nuevas elecciones que nadie sabe a qué nos conducirían. Así pues, de nuevo todas las cartas estarán en manos del PSOE.

*La estimación de voto para el resto de partidos, regionales en su mayor parte, no puede estimarse de forma estadísticamente fidedigna con sondeos nacionales de 800-1000 entrevistas, pero viene siendo frecuentemente infrarrepresentada en la mayoría de las encuestas nacionales. Dado que el porcentaje de votos a otros partidos (en los que incluyo el voto en blanco) jamás ha sido inferior al 11% del total en ninguna de las elecciones celebradas desde el año 1977, resulta ciertamente extraño que la mayoría de los sondeos les otorguen porcentajes de votos significativamente inferiores a este cifra. Este hecho puede deberse a un cambio estructural en las preferencias de los votantes, debido a la polarización en favor de los cuatro partidos nacionales, pero lo más probable es que las encuestas nacionales tengan dificultades para captar la estimación del voto de los partidos regionales, ya que antes de las pasadas elecciones también muchas pronosticaban un escaso porcentaje de voto al “resto”, y finalmente obtuvieron un 11% del total de votos. Así pues, para corregir esta infrarrepresentación corregiré aquellos sondeos que le otorgan un porcentaje de votos inferior al 11% a “otros” de modo que el resultado corregido se acerque a esa cifra, y disminuiré el porcentaje de voto de las fuerzas mayoritarias de forma proporcional para que la suma final ascienda al 100% de los votos.