Tras el 26J todas las cartas estarán en manos del PSOE, que se enfrentará a una disyuntiva diabólica: prestar su apoyo para hacer Presidente a Pablo Iglesias con el apoyo o la abstención de los separatistas, o permitir al PP formar gobierno con su abstención.
Con
estos ajustes, mi estimación actual de voto es que el PP seguiría siendo el
partido más votado, con un 29,6% del voto y un incremento de 0,9 p.p. respecto
al 20D y de la estimación de mayo. Unidos Podemos (UP) pasaría a ser la segunda fuerza más votada, con el
23,8% de los votos, y 0,6 puntos porcentuales menos que la suma de los votos
obtenidos por Podemos e Izquierda Unida el 20D, aunque 0,1 p.p. más que en mayo. El PSOE obtendría el 20,5% de
los votos, con una reducción de 1,5 p.p. respecto a las elecciones de diciembre
pasado y de 0,5 p.p. respecto al mes de mayo. Ciudadanos alcanzaría el 14,9% de los votos, con un crecimiento de un
punto porcentual en comparación con los resultados del 20D, pero una disminución de 0,8 p.p. respecto al mes de mayo. Y, finalmente, el
resto de partidos obtendría el 11,1% de los votos, 0,1 p.p. más que el 20D.
En
el escenario central, pese al incremento de su porcentaje de votos, el PP
perdería tres escaños, pasando de 123 a 120, debido a que su ventaja respecto
al segundo partido se reduce de los 6,7 p.p. con los que superó al PSOE el 20D
,a los 5,2 p.p. que obtendría respecto a UP de celebrarse hoy las elecciones, lo
que le lleva a perder algunos de los últimos escaños obtenidos en las
elecciones del pasado diciembre. El intervalo de escaños que se de la tabla muestra
los escaños que se reparten con un margen del +/- 3% de los votos para cada fuerza
política. Como se observa, el PP puede perder cuatro escaños o ganar tres como
consecuencia de un ligero incremento o disminución en su número de votos (0,9
p.p. por encima o por debajo del porcentaje estimado). Así, de quedarse en el 28,7% de las pasadas elecciones su
número de escaños se reduciría a 116, y de lograr un 30,5% de los votos,
ascendería a 123.
Unidad
Popular sería el segundo partido político de España también en escaños (87),
consumando el sorpasso al PSOE
incluso si sus resultados se inclinaran levemente a la baja, con un mínimo de
82 escaños a día de hoy, aunque muchos de sus potenciales escaños están en el
aire, y tiene más que perder que ganar con pequeñas variaciones en su voto.
El
PSOE pasaría a ser la tercera fuerza política de España por primera vez desde
la reinstauración de la democracia, sumaría 80 escaños en el mejor de los casos, y lo colocaría en una crisis sin precedentes y
en la difícil tesitura de tener que apoyar para gobernar nuestro país a un partido
de izquierdas que no sería él o a su rival más enconado, el PP.
Finalmente
Ciudadanos (C’s) mantendría sus diputados actuales (40) en el escenario central,
pese a que es el partido que, a día de hoy, incrementa su voto en un mayor
porcentaje y número. Así pues, cada escaño le “costaría” aún más que hoy y
sería el principal perjudicado por la desproporcionalidad de nuestro sistema
electoral, ya que con ese porcentaje de votos le corresponderían 52 escaños en
un sistema estrictamente proporcional.
UP
y PSOE sumarían 165 escaños en el escenario central, cuatro más que en la
actualidad, pero seguirían necesitando el apoyo por activa o por pasiva de los
partidos políticos separatistas. Esa coalición tendría además dificultades para
incrementar el número de sus escaños con un pequeño incremento (3%) en sus votos de
cualquiera de las dos fuerzas, ya que se arrebatarían escaños mutuamente. La abstención de Ciudadanos, sin embargo, posibilitaría un
gobierno UP-PSOE, pero C’s ya ha rechazado sin ambages la posibilidad de
permitir un gobierno de Podemos por activa o por pasiva.
PP
y C’s sumarían apenas 160 escaños en el escenario central, tres menos que el
20D, y se alejarían aún más de la mayoría absoluta, que sería prácticamente
inalcanzable. Una pequeña mejoría en el número de votos de cualquiera de ellas mejoraría
su suma, ya que los nuevos escaños se los arrebatarían a UP o PSOE, pero en
cualquier caso seguirían demasiado lejos de la mayoría absoluta para formar
gobierno únicamente con sus votos y los del nacionalismo moderado. La abstención del PSOE sí que permitiría un gobierno del PP apoyado
por C’s, pero lo mismo ocurría en la pasada legislatura y nunca se produjo.
PP
y PSOE, con 198 escaños, superarían la mayoría absoluta, igual que un
tripartito UP-PSOE-C’s (205 escaños).
Así
pues, con las estimaciones de voto actuales nos encaminamos a una situación de
bloqueo similar a la de la breve legislatura pasada. La coalición Podemos-IU,
pese a perder votos, igual que el PSOE, mejora sustancialmente sus resultados
en escaños, evitando que el incremento de votos de PP y Ciudadanos se
transforme en una mayoría de escaños suficiente para formar gobierno y que, incluso, pierdan representantes pese a incrementar su apoyo popular.
La
campaña electoral se presenta apasionante, pero debe generar cambios
sustanciales en el voto hacia los partidos políticos para resultar decisiva,
pues pequeñas variaciones hacia uno u otro poco cambiarán las cosas. Sin
embargo, la campaña del 20D provocó movimientos importantes de voto entre las
distintas fuerzas políticas, y numerosos ciudadanos decidieron su voto durante
la última semana, así que no tendría nada de extraño que en esta sucediera algo
parecido.
De
no suceder así y producirse el escenario descrito en este artículo, el PSOE se
enfrentaría a una disyuntiva diabólica que probablemente acabaría con el partido
cualquiera que fuese su decisión: prestar su apoyo para hacer Presidente a Pablo
Iglesias con el apoyo o la abstención de los separatistas, o permitir al PP
formar gobierno con su abstención. Eso o forzar unas nuevas elecciones que
nadie sabe a qué nos conducirían. Así pues, de nuevo todas las cartas estarán
en manos del PSOE.
*La estimación de voto para
el resto de partidos, regionales en su mayor parte, no puede estimarse de forma
estadísticamente fidedigna con sondeos nacionales de 800-1000 entrevistas, pero
viene siendo frecuentemente infrarrepresentada en la mayoría de las
encuestas nacionales. Dado que el porcentaje de votos a otros partidos (en los
que incluyo el voto en blanco) jamás ha sido inferior al 11% del total en
ninguna de las elecciones celebradas desde el año 1977, resulta ciertamente
extraño que la mayoría de los sondeos les otorguen porcentajes de votos significativamente inferiores a este cifra. Este hecho puede deberse a un
cambio estructural en las preferencias de los votantes, debido a la
polarización en favor de los cuatro partidos nacionales, pero lo más probable es que las
encuestas nacionales tengan dificultades para captar la estimación del voto de
los partidos regionales, ya que antes de las pasadas elecciones también muchas
pronosticaban un escaso porcentaje de voto al “resto”, y finalmente obtuvieron
un 11% del total de votos. Así pues,
para corregir esta infrarrepresentación corregiré aquellos
sondeos que le otorgan un porcentaje de votos inferior al 11% a “otros” de modo
que el resultado corregido se acerque a esa cifra, y disminuiré el porcentaje
de voto de las fuerzas mayoritarias de forma proporcional para que la suma
final ascienda al 100% de los votos.