Desde que, el pasado martes dos de febrero, el Rey encargó a Pedro Sánchez la misión de lograr los apoyos necesarios para formar el próximo Gobierno de España las encuestas sobre si lo logrará o no proliferan por doquier. Como el título de esta entrada deja claro, mi opinión es que lo logrará: habrá Gobierno.
Las opciones de Sánchez para conseguirlo son básicamente dos: el voto favorable de PSOE y Ciudadanos con la abstención del PP, que sumaría 130 votos a favor y un máximo de 97 en contra; o un pacto PSOE-Podemos-UP con el voto favorable del PNV y la abstención de ERC y CiU, que sumaría 167 votos a favor y un máximo de 166 en contra.
La primera opción no la veo viable, pues dudo que el PP se abstuviera esa votación y, en su lugar, se opondría. De esa forma "vengaría" la actitud del PSOE que, cuando el PP propuso una "gran coalición" ni siquiera quiso sentarse a dialogar con ellos. Fácil se lo ha puesto al PP la intransigencia socialista no ya al acuerdo, sino ni siquiera al diálogo. Tampoco cabe esperar que se abstenga por responsabilidad, por muy grandes que pudieran ser las presiones que recibiría en ese sentido desde Europa y Estados Unidos (que no dudo que las habría). Si votó en contra de los recortes de Zapatero en 2010 cuando España estaba a un paso de la ruina, harán lo mismo ahora que la situación económica no es tan dramática como entonces. Ese día el PP perdió cualquier altura moral para dar lecciones de responsabilidad política y sentido de Estado a nadie.
Queda, pues, únicamente la segunda opción, que dependerá de la postura de nada menos que cinco fuerzas políticas (u ocho si consideramos a Podemos como cuatro fuerzas políticas distintas). Analicemos los intereses de cada una de ellas.
El PSOE nunca se va oponer a un pacto de cualquier signo que lo lleve a la Moncloa. El poder tapa muchas narices y cierra muchas bocas cuando se vislumbra al alcance de la mano. Serían miles los cargos, militantes y familiares que podrían "colocarse" y no cabría dar un NO por respuesta. De igual forma, la ausencia de pacto nos conduciría a nuevas elecciones en las que, muy probablemente, el PSOE podría perder aún más votos y escaños, lo que generará un claro vértigo al vacío que llevará al partido a agarrase a un clavo ardiendo. Finalmente, históricamente los socialistas han pactado ya en el pasado con todas las fuerzas políticas que serían precisas en ese pacto, de modo que tampoco sería un acuerdo sin antecedentes. Sánchez es consciente de que alcanzar la Presidencia es su única opción para seguir en la vida política y no la va a desaprovechar, cueste lo que cueste. Una vez cerrado el pacto, lo trasladará a consulta de las bases, y los afiliados de los partidos suelen ser más radicales que los votantes, así que su voto favorable a un pacto de izquierdas está cantado. Y el Comité Federal, aunque quisiera que tampoco está claro, no tendría valor para rechazar un pacto refrendado por los militantes. Quedaría cómo vender a la sociedad un pacto con los independentistas y con quienes defienden el derecho a la autodeterminación de "los pueblos de España", pero ya se buscaría cualquier eufemismo o triquiñuela jurídica para enmascararlo, o simplemente se pospondría para un futuro más a menos lejano.
Pese a su público interés por un "pacto de progreso", Podemos será probablemente quien más pegas ponga al acuerdo, pues en caso de nuevas elecciones podría mejorar sus resultados electorales y sobrepasar al PSOE, aspirando incluso a la Presidencia. Pero si el PSOE juega bien sus cartas (y tiene una buena mano, ya que es indispensable en cualquier combinación de Gobierno), siempre puede amenazar con dejar gobernar "a la derecha" por la falta de interés real de los podemitas. Podemos está en posición de poder pedir al oro y el moro, y el PSOE aceptará casi cualquier cosa para hacer imposible el rechazo al pacto de izquierdas, pero Podemos no puede permitir que, por acción o inacción, la "derecha" acabe gobernando, así que acabarán llegando a un acuerdo.
El PNV hará lo que ha hecho siempre cuando sus votos han sido necesarios para el gobierno en España. Venderá sus votos a cambio de nuevas competencias (instituciones penitenciarias, por ejemplo) y nuevas políticas (la puesta en libertad de la mayor parte de los presos etarras, o cierta proyección exterior). Por este lado, no habrá grandes problemas.
Finalmente ERC y CiU amagarán con un voto de rechazo a menos que se acepte la independencia catalana o un referéndum de autodeterminación, pero acabarán absteniéndose para facilitar un gobierno PSOE-Podemos a cambio de una vaga promesa de "derecho a decidir", hacer la vista gorda con las decisiones que se tomen en Cataluña, o el "blindaje" de unos supuestos "derechos inalienables" de la nación catalana. Después de todo, ¿podrían aspirar a un gobierno más comprensivo y complaciente en "Madrid" que el formado por PSOE y Podemos? Es una oportunidad de oro y no la dejarán escapar.
Así que habrá Gobierno. Estaríamos ante una coalición explosiva entre la izquierda
tradicional, el populismo y diversas versiones del nacionalismo radical, así que, con esos mimbres, cada uno de los socios tiraría del carro en una dirección diferentes, cada votación sería una batalla y el Gobierno duraría poco (quizás hasta el primer presupuesto), especialmente si, como parece, la economía se frena y hay que gestionar la escasez y no repartir la abundancia. Pero habrá Gobierno. Esa es, al menos, mi apuesta personal.